martes, 9 de junio de 2009

Coversación en el Café

El dulcor amargo del humo sube por las grietas de la piel curtida del hombre que se aferra al cosmos a través de su tasa de café caliente.

El japonés lo observa como se observa un milagro hecho piedra, después cuero, piel y finalmente nada.

La característica principal del japonés es que no usa anteojos.

El sonido ya gastado de tan gastado de la cuaharita de café contra ese borde del cosmos llamado brillo de la porcelana, es una música tan convincente
como cualquier otra. La ausencia de la ya gastada de tan gastada radio, es reemplazada por esta música anónima de cucharitas.

De todas maneras ya no queda casi nadie, pero los suficientes para no generar una intimidad incomoda.

En el fondo está el ya gastado de tan gastado viejo siberio, leyendo otro tan gastado diario. Pero ya revolvío el café y ahora permanece en silencio.

El tabernero, también un poco gastado, tiene, increiblemente, un gastado trapo en la mano, y de vez en cuando le da una pasada al antiguo mostrador.

No hay gatos.

(Hay una mujer con dos nenes insoportables, pero por suerte ya se está
n llendo.)

El Cacique lo mira al ponja.

El cacique se da cuenta de que el ponja tiene unoS miles de años menos que él. Pero eso no le importa mucho, aunque se compadece un poco.

Es temprano.

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