martes, 9 de junio de 2009

El Cementélido

Solo el silencio
la permanencia del humo

en el aire
espesura que sube
tranquila
y la sierra
y la implacable estrechez
de la represa
que soporta la presión
de toneladas de mercurio
mientras los ojos se van hinchando
mientras el cerebro se va hinchando
hasta ocupar toda la sala
y se esparce por el techo
y por debajo de la puerta
un cerebro viscoso
con manos como pulpos
con tentáculos invisibles
que se esparcen
por el aire
y va por las calles
llenándolo todo
hasta las puertas de los bancos
de las iglesias
de las casas
de los patios de escuela
y camina
un gusano de patas infinitas
de baba que se arrastra
y flemas
flemas que se esparcen
a través de pieles
de tierras
y va
de apretón de manos
de beso en beso
de mirada en mirada
y ojo por ojo
todos van llenando sus cuencas
de un moco gris
del cementélido gusano
que con sus lenguas
entrelazadas como medusas
va depositando su excremento hueco
y las gentes abren las bocas
y vomitan pelo
pelos en pelotas
en madejas
y cabelleras enteras
hilos interminables
como un agujero
que atraviesa las paredes del alma
y la va cociendo
con hilos de baba
con telas de araña
y abrís la boca
y escupís el corazón
que queda colgando
enredado entre pelos
y pelos que salen
y se alargan
y se estiran
y tus pies se encogen
y tu alma se pliega y se arruga
y se hace un bollo de lana
que va tejiendo más moco
moco para el relleno
del animal cementélido
que es insaciable
y acaba con mundos
y todo es silencio
y no hay más que ruido
y arena...

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